miércoles, 14 de marzo de 2012

El año que lo cambió todo.

Dolor.
Sincero y desgarrado. No hay más.
A la luz de los recientes acontecimientos acaecidos en la otrora orgullosa capital del Turia, donde los poetas glosaban la belleza de sus tierras, el sabor de sus frutos, la hermosura de sus artes y la sonoridad de su lengua, el férreo puño de la incomprensión y la falta de civismo han hecho mella en la más rica, espectacular y grandiosa de las fiestas en el mundo entero: Las Fallas.
Episodios de desaliento por unas protestas lícitas por parte de unos estudiantes que acabaron en cargas policiales por culpa de grupos ajenos a los mismos que aprovechaban la situación para crear cizaña y situaciones desagradables, se retroalimentaron creando al mismo tiempo nuevas situaciones desagradables que han manchado y herido el sentir de un colectivo ajeno a dichos acontecimientos.
El día 1 de marzo, como marca la tradición, se inauguró el ciclo pirotécnico a las 2 en punto de la tarde. La mascletà llamaba a las puertas de unos corazones deseosos de Fallas. Y en lugar de la gran fiesta fallera que se iniciaba en ese mismo momento, el fallero censado y el no censado, los medios de comunicación, los turistas y los curiosos se encuentran con un espectáculo dantesco. Aquellos mismos que gritaban en pro de una educación digna, alentados por grupos políticos o no, responden con insultos a una figura a la que el fallero ha entregado amor y pleitesía: la Fallera Mayor de Valencia. Y por extensión la Fallera Mayor Infantil y sus respectivas Cortes de Honor.
Imagínense pues, sean ustedes padres o no, después de ver con ilusión que su hija es preseleccionada en el mes de Julio, que después sale elegida como Corte de Honor y llegue o no llegue a Fallera Mayor, en su primera aparición en el balcón es abucheada e insultada.
Después, convenientemente, los grupos políticos se desmarcan de aquella situación. Obviamente. Cuando el admirable colectivo fallero vitorean a sus representantes acallando unos gritos que nada tienen que ver con las Fallas, cuando las agrupaciones falleras en pleno firman un manifiesto condenando estas actuaciones, cuando decenas de Falleras Mayores de años anteriores condenan también en su propia declaración, todo ello de una forma espontánea, ya no ha lugar a nuevas manifestaciones que, insistimos, nada tienen que ver con las Fallas.
Posteriormente, nuevos episodios que envilecen la imagen de nuestra fiesta, cuando varios descerebrados atentan contra los propios monumentos antes de la plantà.
Y todavía hay quien no se inmuta.
Esta no es mi Valencia. Estas no son mis Fallas.
Mi Valencia es Arte en estado puro, es belleza, es trabajo, es sufrimiento, es alegría, es fuego, es traca, es música… Mi Valencia es fallera. Y aunque este texto lo escriba en mi mejor castellano, mi sentir habla valenciano. Y mi Falla corre entre mis venas.
Las Fallas no permiten manifestaciones que no sean puramente falleras. Y si todavía queda quien protesta porque toda la ciudad está en fiesta y él o ella no, y acaba enfurruñándose con el mundo por ello, mi consejo es que en lugar de irse de vacaciones en Agosto lo haga en Marzo. Él o ella será feliz lejos de las Fallas y las Fallas serán felices con todos los demás.

Y esa es, nuevamente, tan solo... mi opinión.

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