Ayer, un Martes y 13 nos pillaba desprevenidos con una
supuesta buena noticia. La perene Alcaldesa de Valencia Rita Barberá sorprendía
a los ciudadanos del Cap i Casal con el anuncio en los medios de que el nuevo
Estadio de Fútbol Mestalla reiniciaba sus obras tras dos años y medio de parón
por falta de fondos al alcanzar un supuesto acuerdo histórico con la nueva
corporación banquera Bankia que en su día absorbió a una de las pocas Cajas
valencianas Bancaixa.
Los aficionados al fútbol están pues de enhorabuena. Un
nuevo elemento acorde con los tiempos que corren redibujan el skyline de
Valencia de nuevo tras la incorporación de la Ciudad de las Artes y las
Ciencias a los históricos perfiles del Micalet, las Torres de Serrano y la
Fachada del Ayuntamiento de Valencia.
Una vez más, impera la cultura del “pan y circo” romano
sobre la cultura del arte y el conocimiento. Solo hay que remontarse a los
tiempos en que un genocida impuso su orden y criterio a un país que se empeñó
en unificar un país llamado España. Una vez más, queda demostrado cual es la
política de un gobierno conservador y centralista en tiempos de crisis:
mientras sigan jugando 22 señores en pantalones cortos detrás de un balón con
sueldos millonarios, la supuesta “fiesta nacional” siga masacrando animales
vertiendo sangre y vísceras en la arena de una plaza, y los programas donde
supuestos periodistas berrean su incultura en los prime time televisivos y
radiofónicos, el español medio dejará de pensar en un sistema económico
obsoleto que nos ha arrastrado a una de las peores crisis financieras desde la
década de 1920. El español es así. Pero esta política de cortina de humo se
extiende interminablemente hacia vistas judiciales mediáticas que no suelen
llevar a ninguna parte más que a las primeras planas de diarios y rotativas que
relegan las colas del paro a diminutas columnas de opinión junto a los anuncios
de necrológicas.
Cuando por las noches, después de una dura jornada de
trabajo, el fallero se acerca al Casal de su Falla, choca dolorosamente con la
dura realidad, y es en ese momento cuando la luz llega a tu cerebro. El
valenciano seguimos siendo unos “mesinfots”.
Es duro. Pero es cierto.
Rodeado de centenares de artículos futbolísticos (que no
deportivos), llega a mis manos de pronto un informe redactado por la
Interagrupación de Fallas con el lapidario título de “Estudio del Impacto
Económico y Social de las Fallas en la Ciudad de Valencia” que, dicho sea de paso,
ya tiene unos cuantos años (2008). Que dicho sea de paso, apenas tuvo
repercusión mediática. Las obras de un campo de fútbol si la ha tenido.
En dicho informe, habla de que “la magnitud que las fallas
vienen adquiriendo año tras año (…), y su repercusión tanto a nivel nacional
como internacional, las convierte no sólo en una fiesta sino también en
generador de riqueza para la economía de la ciudad.”. “El impacto económico
directo e indirecto, (…) podría llegar a superar fácilmente los 600 millones de
euros”… anuales. Y solo en los cinco días centrales de las Fallas.
“Asimismo, (…) “- continua el informe- “muchas son las
actividades empresariales que se ven beneficiadas e impulsadas por la
diversidad de actividades que generan las comisiones falleras a lo largo de
todo el año: peluquerías, floristerías, salas de fiesta, espectáculos,
seguridad, limpieza, tintorerías, iluminación, fotografía, pirotecnia, artes
gráficas, confección… Todas ellas ver repercutidos muy positivamente en su
negocio la actividad fallera.” Estamos hablando pues de una repercusión que
podría llegar a superar los 55 millones de euros.
Y lo que es aún más importante “la actividad fallera
constituye un motor adicional para la economía de la ciudad de Valencia, y un
pilar básico para la supervivencia de algunas de las actividades más
artesanales, tales como la indumentaria valenciana, la orfebrería y los
talleres falleros, sin olvidarnos de la pirotecnia.”
Y ahora el meollo de la cuestión: “¿cuántos turistas
vendrían a nuestra ciudad si no hubieran monumentos, pirotecnia, música y
ambiente festivo que aporta el colectivo fallero?, ¿Cuántas personas volverían
a conocer más a fondo nuestra ciudad después de vivir nuestras fiestas?, ¿Cómo
se mantendría un colectivo cultural arraigado en nuestra ciudad como las bandas
de música?, ¿Cuántos trabajos relacionados con los sectores que posteriormente
se reflejan se perderían?, ¿Cuántos proyectos de las Administraciones se
dejarían de realizar si no recaudaran los impuestos vinculados con sectores
industriales relacionados con nuestra fiesta?”
Los costes de la promoción en los últimos años de eventos
(que también tuvieron su importantísimo impacto económico) como la 32ª Copa
América en el 2004 y 2007, la Visita del Papa o el GP de Fórmula 1 del 2008 nos
conducen a una inevitable pregunta: ¿Cuánto se ha tenido de invertir a nivel
general en la preparación de estos eventos? Y ¿Cuánto invierte la sociedad
valenciana en preparar un evento como son las Fallas? La respuesta a la primera
pregunta es de tal calibre que el baile de números provocaría mareos… la
respuesta a la segunda es un contundente 0.
0 €.
Ni un clavo.
Los monumentos, los actos, la pirotecnia, absolutamente TODO
es costeado por el colectivo integrado por 389 comisiones falleras solamente en
lo que supone la ciudad de Valencia, por no citar las más de 400 a lo largo de
la comunidad, con un valor añadido, el mantenimiento de nuestra cultura,
tradiciones e identidad valenciana que de otro modo habría pasado al olvido,
porque no olvidemos que el “mesinfotismo” ni tan siquiera lo habría relegado a
los libros de historia.
El problema es que, y a esta tesis es a la que quiero llegar
con toda esta exposición, el mundo de las Fallas, por suerte o desgracia, tiene
un contacto directo con la realidad social y política valencianas. El fútbol
no.
Existe una dependencia casi absoluta de la administración a
través de un elemento (necesario, eso sí) como es Junta Central Fallera,
dependiente de la administración. De hecho, el Presidente de JCF es un
Concejal, elegido por la Alcaldía, y la propia Alcaldesa es Presidenta Nata de
JCF. El fútbol no.
Esta reflexión nos lleva a lo expuesto más arriba: es
preferible la filosofía del “pan y circo” para que el ciudadano no esté
pendiente de la situación social y económica, que las actividades culturales
realizadas por un colectivo de más de 18.000 falleros que dependen de las mal
llamadas “subvenciones” del Ayuntamiento.
Desde hace más años de los que puedo llegar a recordar, se
está reivindicando la dignificación de un acto tan importante como es la “Exposició
del Ninot” en un lugar digno y acondicionado en lugar de los barracones en los
que actualmente se expone.
Desde hace años, los falleros debemos soportar multas por
utilizar material urbano para fijar carpas mientras tenemos que ver cómo, en
época de elecciones, las farolas se llenan de elementos publicitarios que dañan
más su estructura que una simple cuerda atada.
Desde hace años, debemos presentar proyectos (cada vez más
vigilados) sobre calles cerradas al tránsito por la instalación de los
monumentos falleros y carpas, mientras que la circulación se colapsa en las
inmediaciones de los campos de fútbol cada vez que hay un evento deportivo.
¿Queremos datos? Estos son los recogidos en el 2008 en el
informe que hemos nombrado anteriormente. Solo en los 5 días de Fallas,
sectores como Hostelería factura 1.350.000 €, Transporte público 1.500.000 €,
Peluquerías 57.000 €, Tintorerías 55.000 €, sin nombrar otros sectores como
Artesanías (Bandas, insignias, cuadros, regalos, etc), Loterías, Indumentaria,
Artistas Falleros, Alquileres, Hipotecas derivadas de la compra de Casales y
sus gastos pertinentes, Pirotecnia, Fotografía, Bandas de Música, Floristerías,
Imprentas, Cenas de Presentaciones, Agrupaciones, Orquestas, Disco Móviles y
Animación, Alquiler de carpas, Luz, Agua, Seguros, Teléfonos, Autobuses,
Iluminación y Megafonía, Trofeos y Regalos, Consumo de Energía, Presentaciones
de Teatro, Cuerpos de Seguridad Privadas, Deportes, Cultura, Césped, Banderas,
Publicidad, etc. El mes de Marzo se calcula un incremento de 7.580 empleos
eventuales, lo que aporta a la Seguridad Social un total de 26.742.240 €.
¿Alguien puede por favor comparar estos datos con los
generados por un partido de fútbol? Sin duda la hostelería de la zona se verá
gratamente beneficiada, por no hablar de los grandes eventos deportivos, pero
¿alguien puede por favor indicarme qué aportación cultural tiene estos eventos?
O ¿a cuántos sectores repercute económicamente?
Ojo, no digo que no sea necesario, ni que no sea positivo, y
mucho menos que estén equivocados, pero sinceramente, empiezo a estar muy
cansado cada vez que un “no fallero” me señala con el dedo y me dice que un
colectivo de más de 18.000 falleros nos dedicamos a “joder” la ciudad en marzo
cortando calles, gastamos barbaridades de dinero para después quemarlo, y que
lo único que nos interesa es emborracharnos en Fallas.
Habrá quien así sea. 18.000 personas son muchas personas.
Pero si reflexionamos sobre los valores culturales que gracias a las Fallas se
han mantenido, no hay color. Si reflexionamos sobre el impacto económico que
genera en TODOS LOS VALENCIANOS, la semana fallera, no hay color. Si
reflexionamos en la pérdida cultural y material que supondría no invertir (cada
fallero de su bolsillo, quede claro) en las Fallas, no hay color.
Pero como el color, son los gustos, y esta es solo mi
opinión.