Queridos Reyes Magos:
Os
sorprenderá que os escriba hoy 5 de enero. Esta es la primera vez que os
escribo desde hace muchos muchos años, y es que aunque no lo parezca, tengo ya
una edad. Lo cierto es que en estos años de existencia he sido de todo un poco,
bueno, malo, bordejo, y a veces incluso de tan bueno hasta tonto. Qué le vamos
a hacer, así nací y así moriré aunque eso sí… he madurado mucho.
Desde hace
unos años soy fallero censado. Desde hace muchísimos más lo soy de corazón.
Vivo esta grandiosa fiesta creo que como merece, con toda su pompa, su circunstancia
y a veces (tengo que reconocerlo) incluso con obsesión. Y es quede hace unos
años hacia acá, me he convertido en un verdadero loco de todo lo relacionado
con este mundo, a veces tan maravilloso y a veces tan cruel que es las Fallas.
Me gasto un dineral en libros para saber más, leo las páginas y blogs de locos
por las Fallas a diario, me gasto otro dineral en cds de música festera…
incluso (confieso) me compré uno de Francisco (que manda…).
Pero
no os escribo para contaros mi vida sino para pediros una serie de cosas, como hacen
los niños. Y es que en el fondo, todos seguimos siendo un poco niños. Y aunque
sé que es un poco tarde para una Carta a los Reyes, mas vale tarde que nunca.
Principalmente quisiera pediros que regalarais a todas las comisiones
falleras, un cuadro de esos tan bonitos que de vez en cuando se regala a las
comisiones, pero donde se explique la expresión “hacer Falla”. Yo, es que no lo
tengo todavía muy claro.
Yo pensaba que el término “hacer
Falla” se refería al trabajo colectivo, al luchar todos por un bien común y un
objetivo común. Pero se ve que no es así porque siempre acabamos rompiéndonos
la espalda los mismos de siempre.
Otra cosa
que quisiera pediros es otro cuadro más donde se explique la expresión “el objetivo
común de una Falla”. Yo creo que tampoco lo tengo muy claro. Yo pensaba que ese
objetivo era el monumento. Vamos, que por eso la fiesta se llama Fallas. Y
pensaba también, inocente de mí, que para llegar a ese objetivo era por lo que
se apuntaban a tantos concursos, para poder recibir premios que mejoraran ese
icono que es la “Falla del meu barri”. Pero descubrí que volvía a equivocarme.
A lo que lleva de nuevo a preguntarme si en vez de llamarse nuestra fiesta
Fallas debería llamarse de otra manera, porque como, "total, es algo que
al final se tiene que quemar…"
Y es que,
a pesar de haberme gastado todo ese dinero en libros de Fallas, o todo esto lo
entendí mal o es que están mal explicados y por lo tanto lo único que vale de
esos libros son las fotos.
Y es curioso,
porque también leí que gracias a las Fallas, se ha conseguido mantener, velar y
salvaguardar multitud de tradiciones valencianas, incluso la lengua, que un
señor con bigote que vestía de verde quiso cargarse hace más años de los que
tengo, para que luego otros señores (unos con bigote y otros no) quisieron
decirme que esa lengua no era la mía sino otra, y que encima la hablaba mal.
Con lo cual ¡qué ignorante me siento! Porque cuando hablo en mi lengua materna,
la de mi tierra, la que me emociona al cantar l’Himne, la gente me mira raro…
como si estuviera loco… o será eso… que soy un ignorante.
Y son
precisamente esas personas las que (de algún modo) me señalan con el dedo y
arremeten con ese mundo fallero que tanto me apasiona.
Que si cortamos las calles.
Que si no les dejamos dormir por
las noches.
Que si no les dejamos dormir por
las mañanas.
Que si las carpas.
Que si la ofrenda.
Que si no se puede ir al centro.
Que si solo nos interesa la
comilona y el bebercio.
Que si…
Que si…
Desde hace unos años para acá,
todo se ha reglamentado. Reglamentado por personas que no son falleras, ni
valencianas, ni siquiera españolas, pero es que somos europeos. O al menos aparentemente.
Petardos… ¿tró de bac? No… de mecha… vaaale. ¿Mascletàs? Bien lejos… y a este
paso solo la podremos oír… bueeeeeno. ¿La cremà? Noooo que contamina mucho…
Pero lo peor de todo no viene de
ahí afuera, sino de aquí dentro. ¿Cómo esperamos conseguir algo que nos
beneficie a todos si no somos capaces de “hacer falla” en nuestras propias
comisiones, sectores, agrupaciones, federaciones, junta de presidentes…?
Solo espero, que dentro de unos
años, no tenga que volver a escribiros porque lo que quede de lo que yo
entendía como “hacer Falla” solo se pueda ver en los museos, y podáis dedicaros
a lo que mejor se os da, que es llevar regalos a los niños, que son los
merecedores de vuestra atención. Cuando esos niños se hagan mayores… ese ya
será otro cantar.
Atentamente,
Un Fallero
(o no)… al fin y al cabo esta solo es mi opinión.